Abro la caja para encerrar los tormentos, los daños colaterales, la vergüenza, el dolor, la soledad, la desolación. Corro como un valiente huyendo de los muros que separan la libertad y la abren en canal, sacándola las entrañas hasta que no queda nada mas que hormigón, sangre, y algún inconsciente defensor de su verticalidad, de sus alambres descarnadores. Muros, barreras, banderas, acuerdos, pactos, fronteras, hojas de ruta, ¿Y las personas? ¿Dónde estamos nosotros para los grandes señores? ¿Dónde estamos nosotros en esas grandes ideas de libertad, de esos grandes señores del mundo? Somos el precio que están dispuestos a pagar por la defensa de sus ideas, somos la moneda de cambio, su escudo. Te cambio a tus vivos por muertos y las calles por escombros, las escuelas por enfermedades, los balones por tullidos. Eso hacen las grandes hazañas bélicas de los defensores de la libertad. Pero es el precio que están dispuestos a pagar. Somos hijos libres del aire, de la tierra, del fuego, en nuestro planeta de agua azul, ya casi roja.
Iremos a donde queramos estar.
